El hígado graso agudo es considerada una emergencia obstétrica del tercer trimestre debido a su alta mortalidad materna y perinatal.
Esta enfermedad es más común en el primer embarazo.
Se caracteriza por infiltración de grasa microvesicular en el hepatocito, célula propia del hígado.
Se puede diagnosticar por medio de un examen por ultrasonido.
El hígado graso agudo en embarazadas ocurre por una alteración en el metabolismo de los ácidos grasos (llamado beta oxidación) y está asociado a una alteración placentaria mitocondrial.
Los síntomas son:
- Vómito
- Dolor abdominal
- Ictericia
- Polidipsia o mucha sed
- Poliuria o mucha producción de orina
Este trastorno puede complicarse con:
- Encefalopatía
- Hipoglicemia y ascitis
- Elevación de las enzimas hepáticas AST, ALT y bilirrubinas
Es común observar coagulopatías, insuficiencia renal, hiperuricemia y leucocitosis.
La piedra angular del tratamiento consiste en un diagnóstico temprano.
Se recomienda efectuar una cesárea para no someter a la madre a tanto estrés durante el parto. El bebé debe ser monitorizado para identificar si presenta alteraciones en la oxidación de ácidos grasos.
Existe un pequeño riesgo de que la enfermedad recurra en un próximo embarazo.
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