Ninguna persona ni grupo de personas es más propenso a transmitir COVID-19 que otros. El temor y la ansiedad con respecto a una enfermedad pueden dar lugar al estigma social, es decir, creencias y actitudes negativas hacia personas, lugares o cosas. El estigma puede dar lugar a rotulaciones, estereotipaciones, discriminación y otras conductas negativas hacia las demás personas.
Algunos grupos de personas que pueden ser estigmatizados durante la pandemia del COVID-19 son:
- Personas con resultado positivo en la prueba de detección del COVID-19, que se han recuperado de la enfermedad, o han sido dadas de alta.
- Personal de respuesta a emergencias y profesionales de atención médica.
- Trabajadores en la primera línea, como empleados de tiendas de comestibles, encargados de entregas y repartos o trabajadores agrícolas.
- Personas con discapacidades o trastornos conductuales que tengan dificultades para acatar recomendaciones.
- Personas con afecciones subyacentes que causan tos.
- Personas que viven en entornos de concentración de personas (viviendas grupales), como las personas sin casa.
El estigma nos perjudica a todos ya que genera más temor y resentimiento hacia las personas comunes en vez de poner el foco de atención en la enfermedad que está causando el problema. Los grupos estigmatizados suelen ser discriminados. Esta discriminación puede dar lugar a:
- Rechazo o evasión por parte de otras personas.
- Negación de atención médica, educación, vivienda o empleo.
- Abuso verbal.
- Violencia física.
El estigma puede además hacer que las personas sean más proclives a:
- Ocultar los síntomas.
- Evitar buscar atención médica.
- Impedir que las personas adopten conductas saludables.
La estigmatización de estos grupos hace que sea aún más difícil poder controlar la propagación del brote.
¡Infórmate! Si tienes dudas del virus, visita la página oficial de la Organización Mundial de la Salud.